CHICOS Y CHICAS LES DEJO UNA HERMOSA LEYENDA PARA QUE COMPARTAN EN CASA CON SUS FAMILIAS...
CARIÑOS SEÑORITA ANDREA
Leyenda de la Flor del Amancay
Los
originarios Vuriloches habitaban la zona de Ten-Ten Mahuida (Cerro
Tronador), desde la naciente del río Manso hasta el Lago Mascardi.
El cacique principal tenía un hijo de
nombre Quintral, quien cazaba y pescaba en la orilla del río. Cierto
día se sintió observado por una joven india que se había enamorado
profundamente de él, pero ella era de origen muy humilde, por lo que el
joven y valiente hijo del jefe no quería alentar a la bella india de
nombre Amancay, por temor a enfrentarse con sus padres que no iban a
aceptar tal unión.
El tiempo fue pasando, hasta que un día
el joven Quintral enfermó gravemente debido a una epidemia que comenzó
a diezmar la tribu; algunos comenzaron a irse de Co-Cari (Lago
Mascardi).
Cuando
ya quedaban muy pocos en el valle y no había solución posible, la
fiebre hacia delirar al joven quien llamaba a su amada, por lo que los
padres decidieron buscar a la enamorada para hacerle partícipe de tanto
dolor y pedirle disculpas por su necia actitud.
Tan desesperada estaba Amancay que
corrió en procura de una Machi, y ésta le confió que la única forma de
salvar al joven indio era la preparación de una infusión con una flor
que crecía en la cumbre del Ten-Ten Mahuida. Así, la decidida india
empezó a trepar a sabiendas de lo peligroso que era tal hazaña, pero su
gran amor por Quintral la impulsaba.
Llegó
a la cúspide y tomó la flor. Tan contenta y feliz estaba que no vio la
gran figura del rey de las alturas, el Cóndor, quien le dijo que la
flor sólo podía ser entregada a cambio de un corazón, y ese fue el
trato que le propuso ya que él era el elegido guardián. La joven sin
dudar aceptó el trato con tal de salvar a su bien amado. Entonces el
Cóndor entregó la flor y entre sus patas llevó con dificultad el
pequeño corazón a sus dominios, mientras las rojas gotas de sangre
fueron tiñendo el camino.
De
esta forma dispuso que en esos senderos regados con la sangre de
Amancay fuera floreciendo una hermosa flor amarillo-naranja, bella como
su origen y con unas gotas rojas que se fueron desparramando a través
de todo el valle y las montañas, pregonando así el mensaje de amor. Por
eso se dice hoy en día, que quién regala la flor del Amancay te entrega
su corazón.